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Alargar el kilometraje entre revisión y revisión, conducir de manera brusca o con el coche poco revolucionado solo son algunos de nuestros malos hábitos en el coche que suelen derivar en el deterioro prematuro de nuestro vehículo o en el encarecimiento del mantenimiento a largo plazo. Evitar malas conductas en carretera es gratis, te explicamos los comportamientos que debemos esquivar para prolongar la vida útil de tu coche.

Cada vehículo, según sus características, cuenta con su patrón de libro de mantenimiento en el que se determina cada cuánto tiempo debemos llevarlo al taller para realizar las tareas de mantenimiento pertinentes. Cambio de aceite, filtros y líquidos son algunas de las cuestiones que debemos revisar periódicamente. Cada fabricante establece la rutina de mantenimiento de sus vehículos. Es importante utilizar recambios originales, o de calidad equivalente. Además de las revisiones de rutina, debemos comprobar el estado de nuestro vehículo cada vez que se ilumine una luz del panel de instrumentos.

Un coche limpio es un coche nuevo. Suciedad, manchas de alquitrán, lluvias ácidas… todo contribuye a deteriorar la pintura del coche. Lavarlo periódicamente es fundamental para minimizar los arañazos y la corrosión. El interior del vehículo también necesita higiene. Cuanto más limpio y ordenado esté, más cómodos viajaremos en el coche y la tapicería durará más.

Nuestro comportamiento es crucial para la conservación o el deterioro del coche. Si conducimos de manera agresiva, con acelerones y frenazos, consumiremos más combustible, sobrecalentaremos el motor y gastaremos antes los neumáticos. Estos son los efectos más inmediatos de este tipo de conducción. A largo plazo, se vera afectado el motor, la transmisión y el sistema de frenos.

Circular con el motor más revolucionado de lo recomendado también aumenta el consumo del vehículo. Además, corremos el riesgo de provocar un sobrerrégimen en el mismo, pasarlo de vueltas. El caso contrario también daña la mecánica de nuestro coche. Conducir con marchas largas para consumir menos es razonable, pero tampoco se debe abusar. Aprovechar las inercias, frenar de manera suave y utilizar el freno motor son conductas positivas para nuestro vehículo pero llevarlo menos revolucionado de lo necesario también resulta perjudicial.

Apoyar la mano en el cambio de marchas o circular con el pie sobre el embrague dañan los mecanismos internos. En el caso de la palanca de cambios debemos evitarlo porque puede provocar desgaste y holguras en los rodamientos y, en el caso del embrague, una de las consecuencias puede ser el sobreesfuerzo del disco y las piezas que actúan por fricción sobre él.

Por último, otra conducta poco recomendable al volante que puede salirnos cara es circular habitualmente en reserva. Si tu coche tiene inyección electrónica, la bomba de combustible suele estar sumergida en el interior del depósito. Cuando ya queda poco carburante, puede que no dispongamos del mínimo necesario para garantizar que la bomba funciona correctamente.