El diseño de los coches ha evolucionado. Ahora, la mayor parte de ellos utilizan motores de inyección porque cuentan con una serie de ventajas en cuanto a eficiencia y rendimiento. Sin embargo, aún se pueden ver motores de carburación en algunos coches ocasión. Este cambio no es casual. Uno de los factores que ha propiciado la innovación son las necesidades energéticas actuales. La más importante de ellas es la dependencia de los automóviles con respecto a los combustibles fósiles, agotables.
Hoy, la eficiencia energética es una prioridad. Sin embargo, durante la fabricación de los primeros vehículos de la historia esto no era una de las principales preocupaciones. Así, la mayoría de los motores fueron de carburación hasta la crisis del petróleo de la década de los 70. A partir de este momento, debido a la subida del precio de los carburantes, los fabricantes comenzaron a estudiar la manera de reducir los consumos de sus autos y la sociedad a demandar coches más eficientes.
Gracias a estos adelantos tecnológicos, además de limitar el derroche de gasolina, también han conseguido disminuir paulatinamente las emisiones contaminantes hasta los niveles actuales.
La principal característica de los motores de carburación es que funcionan mediante un sistema mecánico que no necesita una centralita porque mezcla el aire y el combustible en la admisión. De este modo, cuanto más aire entra mayor será la fuerza que propulsa el combustible. Solo se puede utilizar con motores de gasolina y es cero eficiente, pero nunca falla.
Por su parte, los motores de inyección introducen la gasolina directamente en la cámara de combustión, en el caso del diésel, normalmente se inyecta en la precámara de combustión, situada en la culata. Además, los sistemas de inyección al regular la entrada de gasolina en los cilindros presentan las siguientes ventajas:
- El consumo es más eficiente.
- Mejora el rendimiento del motor.
- Contamina menos.
- Consigue calentar el motor después del arranque en menos tiempo.