Redacción
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Holanda y Estados Unidos son los países pioneros del mundo en probar las primeras carreteras inteligentes, las que quizás podamos ver aquí en algunos años. Líneas trazadas con polvo fosfórico y recargables con luz solar, avisos a los conductores sobre la temperatura del asfalto o la posibilidad de recargar las baterías de los coches eléctricos son algunas de las prestaciones que ofrecen estas vías.
En Holanda comenzaron a realizarse pruebas en 2012 y, en Estados Unidos, han empezado a construirse vías inteligentes este mismo año. Las primeras obras se han llevado a cabo en California, con superficies a base de cristales que protegen microcircuitos, capaces de captar la energía solar.
La tecnología que emplean estas carreteras del futuro es bien simple pero, al mismo tiempo, revolucionaria. Se trata de trazar líneas fosforescentes para delimitar carriles y calzadas, mejorando de esa forma la visibilidad en conducción nocturna o cuando existen bancos de niebla, por ejemplo. En el futuro, también se pretende crear carriles específicos para coches eléctricos, en los que las baterías podrán recargarse sobre la marcha. Además, la superficie proporcionará información adicional al conductor, como la temperatura, presencia de hielo o de balsas de agua en la calzada etc.
Un estudio de ingenieros de Países Bajos ha creado una pintura, que absorbe la energía solar del día y la refleja en forma de luz por la noche, durante un período máximo de 8 ó 10 horas. Sin embargo, el invento sigue teniendo ciertos inconvenientes.
El pasado mes de abril de 2014, se abrió el primer tramo de carretera con bandas iluminadas utilizando esta tecnología. Sin embargo y a pesar de sus beneficios, surgieron algunas complicaciones o efectos negativos en estas primeras pruebas piloto. Así, en unas pocas semanas desde su instalación, las líneas perdieron brillo y finalmente dejaron de iluminar. La lluvia aceleró el proceso de desgaste. No obstante, los técnicos trabajan ya en un nuevo sistema resistente al agua y a la humedad.
Pero implantar esta tecnología en la red viaria española, por ejemplo, no resultará sencillo. En nuestro país existen 165.361 kilómetros de carreteras y, según algunos expertos, iluminarlos todos sería totalmente inviable. Lo cierto es que nadie niega las ventajas de unas vías que permitan derretir la nieve por la acción de la energía solar o avisar sobre la presencia de animales y de objetos peligrosos en la calzada.
Pensamos que, más pronto que tarde, esta tecnología se perfeccionará y comenzará a ser rentable. Cualquier sistema que refuerce la seguridad en el asfalto debería implementarse, aunque para ello sea preciso mejorar su puesta a punto y su eficacia. En cualquier caso, las carreteras inteligentes ya no son ciencia ficción, al menos en algunos lugares del mundo.
