Hay dos tipos de “defectos de fábrica” comunes. El primero es el más habitual y el más fácil de solucionar, generalmente implica algún tipo de problema en la fabricación que afecta a cientos o miles de vehículos, muchas veces incluso en distintos países. La marca se da cuenta, antes o después, e inicia una campaña en la que se pone en contacto con sus usuarios y les dice que se pasen por sus concesionarios oficiales para solucionarlo. Listo, rápido, sencillo y gratuito (a veces incluso lo adereza con algún regalo, si el defecto no es muy importante, para que el dueño del vehículo lo lleve al taller para solucionarlo).
Pero hay otro más complejo y normalmente más engorroso para el dueño del vehículo, ese defecto que solo te pasa a ti, un problema que muchas veces es realmente importante pero cuya respuesta, en primera instancia, suele conllevar la siguiente pregunta: “¿Qué has hecho con el coche para que esto te pase?”. Hay gente que, si es solucionable mediante el seguro, prefiere no entrar en conflicto y que se lo arregle éste, pero en ocasiones no es posible o, simplemente, no lo encontramos justo. Si esto pasa el primer paso es encontrar pruebas de que el coche realmente tiene un defecto de fábrica y nosotros “no lo hemos estropeado”.
También deberías comprobar que tu defecto no haya sido llamado a revisión en otros lugares, es posible que tu problema fuese el que comentábamos en un principio y simplemente no lo estén revisando todavía en España, pero sí en otros países, una búsqueda por internet puede ayudarnos con eso. Acudir al servicio oficial (o a la marca si éste no nos hace demasiado caso) suele ser el siguiente paso, con las pruebas debemos intentar que nos atiendan. Puede denunciarse, claro, pero nuestro consejo es que intentes resolverlo sin conflicto y “amigablemente” aunque no siempre se puede. Eso sí, ármate de paciencia porque suele ser un proceso largo.