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Llegan las bajas temperaturas y aumenta la dificultad en la conducción. No solo por la lluvia o la nieve en la calzada sino también porque a menudo los cristales del coche se empañan o se cubren de hielo y de repente… ¡no ves nada! Al volante, eso es un peligro. Puede parecer un problema menor pero debes saber cómo actuar para evitar males mayores.

Para empezar, ten claro cuándo y por qué se empañan los cristales. Ocurre siempre que hay una diferencia de temperatura entre el interior y el exterior del coche: se produce una condensación de la humedad y se forma el vaho en la cara interior de la luna. Si el frío es intenso, y sobre todo si el coche duerme al raso, es posible que además del parabrisas también estén empañados los retrovisores y las ventanillas dificultando sobremanera la conducción.

Tratar de limpiar el vaho con la mano puede ser nuestra primera reacción pero nunca es una buena opción. En su lugar, lo más efectivo es dirigir aire caliente al foco del problema para compensar el frío exterior encendiendo la calefacción y el ventilador al máximo. Si tienes un coche moderno – y aunque tengas un coche de segunda mano- seguramente viene con un sistema térmico en la luneta trasera que elimina el vaho en muy poco tiempo. En caso de que seáis varias personas en el coche (producís más vapor de agua) no está de más abrir un poco las ventanillas al principio para que la temperatura del interior se “aclimate”.

Si lo que te encuentras en el parabrisas es una capa de hielo entonces tendrás que dedicarle unos minutos en el exterior para poder eliminarlo y conducir con seguridad. Como de costumbre, la primera reacción no es la buena: ¡nunca le eches agua caliente! Un cambio tan drástico en la temperatura puede quebrar el cristal. Lo que sí puede ayudar, siempre que la capa sea fina, es frotar el parabrisas con alcohol que tiene un efecto similar al de la sal pero no conlleva el riesgo de rayarlo.

Si estas ayudas no consiguen eliminar el hielo entonces tendrás que recurrir a un rascador específico para parabrisas. Procura llevar siempre uno en el coche y, si la helada te pilla por sorpresa, entonces puedes utilizar un viejo carné o tarjeta de crédito.

En cualquier caso, rellena siempre el depósito de líquido del limpiaparabrisas con productos específicos que contengan anticongelante. Hazlo antes de que llegue el frío. Y si las previsiones apuntan a que va a caer una buena helada, el día antes coloca un cartón o una manta encima sujetándolo con el limpiaparabrisas: clásico pero efectivo 😉