Diversas entidades como la DGT, la Guardia Civil o muchas fundaciones tratan de concienciar a los conductores sobre los peligros al volante. No obstante, existen una serie de bulos de la carretera que muchos ponen en práctica arriesgando su seguridad y la de los demás. En este artículo nos encargaremos de desmentir estos mitos de la conducción y ayudarte a desterrarlos de tu mente.
El resultado de un accidente no está influido por la velocidad, los coches ahora son más seguros.
Es verdad que los coches actuales tienen una capacidad de absorción de impactos superior a los antiguos. Aun así, no siempre supone una protección suficiente a determinada velocidad. Por lo tanto, esta afirmación es falsa. Como indica la DGT, cuanto mayor es la velocidad, mayor riesgo de sufrir lesiones.
Esto sucede porque la energía que debe disipar un vehículo durante una colisión, depende de la energía cinética de los elementos que participan en el accidente, que varía en función de la velocidad. Por ejemplo, un coche a 100 km/h acumula una energía cinética un 23 % superior a un coche a 90 km/h.
Un poco de alcohol no afecta en la conducción
Esta afirmación es rotundamente falsa. Los efectos del alcohol producen en las personas una falsa seguridad en sí mismas e inhiben su sentido de la responsabilidad. No obstante, según está demostrado, con 0,2 gramos de alcohol en sangre se produce una disminución de las funciones visuales y una reducción de la capacidad para realizar dos tareas a la vez. Por lo tanto, aun por debajo del límite legal, esa cantidad de alcohol en sangre es suficiente para aumentar el riesgo de sufrir un accidente.
En ciudad no es necesario llevar el cinturón de seguridad
Este es uno de los bulos de la carretera que más compromete la seguridad de los ocupantes de un coche. Ponerse el cinturón de seguridad no solamente es obligatorio en cualquier circunstancia, sino que, según un informe del RACE, no llevarlo supone un incremento de un 300 % el riesgo de muerte. También aumentan en un 1300 % las posibilidades de sufrir lesiones medulares. Por ejemplo, a una velocidad de 40 km/h, un golpe frontal contra la luneta delantera podría resultar mortal.
El niño puede ir delante porque tiene 12 años
La edad no es el único factor a tener en cuenta a la hora de decidir llevar a un niño en el asiento delantero o no. Según la DGT, aquellos menores de edad con una estatura igual o inferior a 135 cm deben viajar con un sistema de retención infantil adaptado a su peso y altura, y deben ir sentados, obligatoriamente, en el asiento trasero. No obstante, existen ciertas excepciones a esta normativa. Un menor con esas características puede circular delante si el vehículo no dispone de asientos traseros o estos ya van ocupados por otros menores bajo las mismas circunstancias. También en el caso de que no sea posible instalar los sistemas de retención infantil en dichos asientos traseros.
Las probabilidades de sufrir un accidente dependen en gran parte de los conductores. Por esta razón es fundamental desmentir estos bulos de la carretera que pueden comprometer la seguridad de todos los que circulan en coche. Prestar atención a las normas de seguridad vial y llevar a cabo buenas prácticas al volante son la mejor garantía en tus viajes en automóvil.