En su lucha contra el exceso de velocidad la Dirección General de Tráfico (DGT), a lo largo de los años, ha poblado las carreteras españolas de toda clase de radares: radares móviles, fijos, de tramo, en helicóptero, en cascada, etc. Sin embargo, en un intento por concienciar y educar a los conductores, en lugar de penalizarles, algunos ayuntamientos han apostado por los llamados radares pedagógicos.
¿Qué son los radares pedagógicos?
Estos dispositivos, también llamados radares educativos, son unos paneles que se activan cuando un vehículo supera el límite de velocidad permitido. Al contrario que el resto de radares, su finalidad no es multar, si no informar al conductor sobre la velocidad a la que circula por la vía. En caso de que un automóvil exceda el límite establecido, en sus pantallas se pueden visualizar avisos del tipo “Reducir velocidad”. Para proporcionar esta información, recurren a la tecnología LED, que los hace visibles a una distancia de 200 metros.
No obstante este no es su único cometido. Este tipo de radares cuenta con un software que les permite registrar y analizar datos de tráfico. De este modo, en su función secundaria analizan datos como la velocidad media a al que se transita por la vía en la que ha sido instalado o la cantidad de vehículos que circulan por ella.
¿Dónde se pueden encontrar?
Los radares pedagógicos se encuentran ubicados, principalmente en zonas urbanas, donde es habitual encontrar vehículos que sobrepasan el límite de velocidad. También suelen concentrarse en áreas escolares o en zonas peatonales, es decir, tramos que exigen una mayor precaución al volante.
A pesar de no tratarse de dispositivos sancionadores, la DGT resalta la efectividad de estos radares para lograr que los conductores reduzcan la velocidad.