Cuando a finales de los 70 aparecieron en el mercado los primeros coches con ABS, a los expertos en automóviles no se les escapó que estaban ante una pequeña revolución que salvaría muchas vidas. Desde entonces, la seguridad ha avanzado mucho, los cinturones de seguridad se hicieron obligatorios, el airbag, las barras laterales… ahora llega una nueva revolución en el mundo de la seguridad, la frenada automática.
Es verdad que todavía quedan unos años para conseguir que sea lo más perfecta posible, pero cuando esté perfeccionada y sea obligatoria (en Estados Unidos lo será para 2022 y en la UE, están estudiando los detalles) evitará una gran cantidad de golpes por contacto en ciudad, pero también accidentes y atropellos mucho más peligrosos y mortales.
Los datos que se barajan son alentadores, según un estudio de Bosch España si todos los vehículos de nuestro parque móvil la tuvieran instalada, en 2014 se hubiera evitado el 16% de las víctimas mortales en carretera. Así dicho no parece mucho, pero estamos hablando de más de 270 personas.
La función es sencilla, aunque varía porque hay casi tantos modelos como marcas de fabricantes, en la parte frontal del vehículo se colocan sensores o cámaras que detectan objetos que se encuentran en un punto de colisión con nosotros. Generalmente emite primero algún tipo de señal o alerta, en caso de que note que no hacemos nada por frenar (o que no frenamos tanto como podemos) él mismo activará el sistema.
Como decíamos, cada marca tiene el suyo, así los hay que solo funcionan por debajo de 30 km/h y otros que sirven para autopista. Algunos apenas reconocen peatones y otros sí. Las diferencias estriban, en gran medida, en la distancia que puede alcanzar el sensor y la capacidad de captar objetos estáticos o solo en movimiento. La mayoría, sin embargo, tienen muchos problemas en ser efectivos con peatones que se cruzan de golpe o vehículos que nos salen en perpendicular, por motivos obvios y algunos apenas funcionan de noche o con poca visibilidad.
En cuanto al precio han bajado mucho en los últimos tiempos, un sistema efectivo puede adquirirse con el vehículo por unos 500 euros de media. Dejando aparte el hecho de que podemos salvar vidas, desde el punto de vista práctico es también muy recomendable, si pensamos que cualquier reparación de un golpe por contacto en ciudad nos puede costar eso.
Así pues, nos encontramos ante un paso más para lograr unas carreteras y ciudades más seguras para todos gracias a la tecnología, aunque el primer paso debe ser, como siempre, nuestra prudencia a la hora de coger el coche.