En lo que respecta a la forma de conducir, todos tenemos algunos “vicios” o costumbres adquiridos a lo largo de los años y que, sin darnos cuenta, pueden estar afectando al rendimiento de nuestro coche. Algunos de esos hábitos pueden llegar a dañar el estado general del vehículo e incluso generar averías graves. ¿Eres de los que conducen habitualmente con las revoluciones del motor bajas? Si la respuesta es sí, debes saber que este un claro ejemplo de costumbre que puede perjudicar la salud de tu coche.
Es una práctica que a menudo se asocia con una conducción eficiente y con el ahorro de combustible. Sin embargo, se trata de una creencia falsa: no sólo no existe tal ahorro sino que además puede traer problemas graves y costosos para tu coche. Un régimen de revoluciones alto -sin llegar al extremo, obviamente- ayuda a prolongar la vida del motor, sobre todo el de los diésel y los turbo.
Para ello, es recomendable no cambiar de marcha cuando las revoluciones sean bajas, esto es, cuando empiece a vibrar excesivamente, le cueste ganar velocidad o notes que no suena bien. Son síntomas de que ciertos componentes están trabajando en exceso como pueden ser los cojinetes, asientos de biela, rodamientos o apoyos de cigüeñal con el correspondiente desgaste y la fricción que esto provoca.
En el caso de los motores diésel afecta principalmente a la válvula EGR, que acumula más carbón, reduciendo su vida útil en un 50%. En los motores de gasolina se puede dañar también el catalizador, transformándose en un depósito de carbón. El filtro de partículas es otro de los componentes que puede sufrir con este “vicio”.
Nuestra recomendación: que te informes bien de las características de tu motor y las condiciones que requiere en el momento de comprar coche y que te acostumbres a mantener el motor a un régimen de revoluciones donde sientas que responde en cuanto pises el acelerador.