La mayoría de conductores no soporta las carreteras llenas de baches y respiran tranquilos cuando pasan por un tramo recién asfaltado. Liso, nuevo… ¡Da gusto deslizar nuestras ruedas por superficies así! Sin embargo, lo que no pensamos es que, a veces, una calzada recién asfaltada supone el mismo peligro que una llena de baches ¿por qué?
Nuestro parabrisas es una de las partes delicadas de nuestro coche, sobre todo con temperaturas extremas. En verano, cuando recogemos nuestro vehículo y está ardiendo nos encanta poner el aire acondicionado y lo mismo en invierno con la calefacción, sin embargo, estas conductas hacen que nuestro parabrisas sea más frágil o que, en caso de tener una pequeña grieta, esta se abra.
Las carreteras recién asfaltadas tienen dos peligros fundamentales: la gravilla y los trozos de asfalto. Cuando se realiza la reparación de la calzada se utiliza gravilla y al retirar el asfalto viejo a menudo queda algún pequeño trozo en la vía. Cualquiera de estos dos materiales propulsados por un camión o por el coche que viaja delante nuestro pueden suponer la rotura de nuestro parabrisas. Lo más probable es que las nuevas carreteras se limpien con las primeras lluvias, que para eso están las cunetas, sin embargo, durante el verano el agua escasea y muchos municipios aprovechan para hacer obras.
Por supuesto una vía en mal estado es un foco de peligros, pero todo el mundo lo sabe y extremamos las precauciones. Sin embargo, al llegar a un tramo liso nos confiamos y conviene que continuemos alerta. Mantener la distancia de seguridad o incluso ampliarla con respecto al coche de delante es una buena medida para evitar sustos, porque nadie quiere pasar alguno de sus días de vacaciones en el taller cambiando la luna ¿verdad? ¡Pues mejor prevenir! Ahora ya lo sabes, las carreteras recién asfaltadas suponen un peligro para el parabrisas ¡abre bien los ojos!