Puede que padezcas alguna enfermedad que dificulte la conducción y también puede que muchas veces conduzcamos con ellas sin saber que nos estamos poniendo en peligro. A veces, simplemente con saber los efectos de la enfermedad en la conducción y tomar ciertas precauciones es suficiente, otras, tendremos que dejar el coche apartado por unos días. Te ayudamos a distinguir unas y otras.
Las enfermedades con mayor riesgo de provocar un accidente son aquellas que pueden afectar a la conciencia, como los trastornos cardiovasculares, diabetes, epilepsia o trastornos del sueño; también las enfermedades mentales, como esquizofrenia o depresión y por último las visuales, como las cataratas o glaucoma, por ejemplo.
En ciertas condiciones la conducción está prohibida: con una pierna escayolada, ceguera, vértigo o tras una sesión de quimioterapia sin descanso previo, también en el caso de que las enfermedades comentadas antes se encuentren en fases graves. Sin embargo, la mayoría de las veces podrás conducir legalmente con tu enfermedad, aunque esto no significa que sea seguro. Si padeces alguna dolencia debes extremar las precauciones para que la carretera sea segura tanto para ti como para el resto.
Lo mejor es que ante la duda consultes a un médico si deberías o no coger el coche, en caso de que este no lo desaconseje el siguiente paso es conocer a fondo tu enfermedad, busca información y averigua que efecto puede tener sobre ti en la carretera. Identificar los síntomas también es primordial, de esta manera, podrás parar el coche de forma segura antes de ponerte en peligro. Finalmente, date cuenta de que tú eres quien mejor te conoce, si en los últimos días te has encontrado mal y estás en una crisis no es adecuado que cojas el coche.
Ante todo ten en cuenta que en la carretera velar por tu seguridad también es velar por la de los demás, infórmate y conduce tranquilo y protegido.