Cuando una marca lanza un nuevo modelo al mercado busca la innovación, venderle al cliente algo distinto, crear en ti esa sensación de ¡Quiero ese coche! El problema es que a veces en su afán por diferenciarse se pasan de frenada y es ahí cuando nacen coches como estos, que, sin entrar a debate en si fueron o no acertados, podemos decirte que dieron mucho que hablar con su lanzamiento.
Comenzamos por el C4 Cactus, la verdad es que a todos nos sorprendió en su lanzamiento, acompañado de este divertido nombre venían unos “bumpers” en las puertas, que se alejaban de lo visto hasta ahora y que, efectivamente, nos recordaban a la desértica planta. Sin embargo, después del shock inicial y el ¿quién puede conducir eso? Vinieron las ventas, que fueron muchas. Hoy en día es raro que a lo largo de una semana no hayas visto unos cuantos por la calle.
Seguimos con el Renault Avantime, un monovolumen de tres puertas (sí, habéis leído bien). Además de su estética atrevida se le reprochó ser poco práctico y únicamente estuvo a la venta dos años. Finalmente se retiró del mercado ante la falta de adeptos a esta arriesgada apuesta de la marca francesa.
El Fiat Múltipla, considerado por muchos el coche más feo del mundo, fue, desde su lanzamiento, diana de las burlas del sector. Y la verdad es que cuando veías uno por la calle no podías apartar la mirada de su rompedor diseño. Las plazas se distribuían en 3+3 y sus defensores decían que era un coche muy práctico, sea como fuere, en el 2004 la marca optó por cambiar su estética y hacerlo más convencional.
Otro de los modelos chocantes pero exitosos fue el Porsche Cayenne Diésel. Cuando se presentaba en los salones llamaba la atención, primero por ser el primer SUV producido por una mítica marca de deportivos y segundo por ser diésel. Fueron numerosas sus críticas por la ruptura con la línea seguida hasta el momento, sin embargo, hoy los números le dan la razón a la casa.
Para finalizar, retrotrayéndonos un poco al pasado podemos recordar el curioso Aston Martin Lagonda, un sedán larguísimo que introdujo el primer panel de instrumentos digital y el primer ordenador de a bordo en un coche. Su precio superaba los 250.000 euros (al cambio) y la crítica lo llegó a calificar como “una catástrofe con un equipamiento que sería impresionante si funcionase”.
A veces, para crear polémica no es necesario que el coche sea un horror o no sea práctico, basta con que la marca se aleje de lo que sus clientes consideran “su esencia”. Del equilibrio entre la diferenciación y el mantenimiento de su imagen de marca, las casas de coches crean sus mejores éxitos, pero no es fácil dar con la proporción adecuada.