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A día de hoy persisten en nuestras carreteras gran cantidad de resaltos ilegales que no cumplen con lo establecido en la normativa en cuanto a forma, tamaño y colocación. Estos elementos de señalización vial fuera de la norma representan un peligro para conductores, peatones y ciclistas. Además es habitual que, sobre todo en el caso de los coches con carrocería pequeña, sometan a nuestros vehículos a presiones innecesarias y acaben por dañarlos. Las suspensiones y los amortiguadores son las piezas que más sufren.

Esto ocurre a pesar de que el Ministerio de Fomento intentó poner fin a estas situaciones en el año 2008 con la entrada en vigor de la orden FOM/3053/2008. La normativa estableció dos tipos diferentes de resaltos y especificó la altura, la distancia de elevación máxima permitida sobre la calzada y los elementos de señalización obligatorios para cada caso. También concedió un margen de dos años para que las instituciones competentes adecuasen los mal llamados “badenes” a lo legalmente establecido. Pero no ha sido así en muchos casos. Los ayuntamientos y las comunidades autónomas no han adaptado los resaltos y estos han acabado por convertirse en “obstáculos peligrosos” (según el artículo 5 del Reglamento General de Circulación). Somos los conductores quienes lo sufrimos directamente y tenemos el derecho y también la responsabilidad de denunciarlo.

Para ello, debemos identificar al titular de la vía y especificar la situación exacta del “obstáculo” y las normas que incumple.  El titular será el Ministerio de Fomento en el caso de las vías nacionales, la comunidad autónoma correspondiente para las vías autonómicas y el ayuntamiento para las vías en poblado.Tenemos también la posibilidad de hacer una reclamación en concepto de responsabilidad patrimonial en el caso de que nuestros coches hayan sufrido daños al pasar por algún resalto. En este caso, dirigiremos un escrito a la Oficina de Registro incluyendo una valoración de los daños causados (nos sirve un presupuesto del taller).

Está demostrado que existen otros métodos de control de velocidad más respetuosos con los vehículos y que igualmente garantizan la seguridad de quienes circulan por la calzada. Pero más allá del debate sobre si los resaltos deberían estar o no en la calle y si debemos sufrir todos las consecuencias de una minoría irresponsable que pretende circular a más velocidad de la permitida, lo cierto es que seguimos conviviendo con ellos.