La industria del automóvil cuenta con nuevos rivales. Los gigantes de la tecnología, Apple y Google quieren revolucionar también la automoción. Se juegan construir el coche del futuro.
Google comenzó la apuesta colaborando con Toyota. La innovación consistía en modificar un Prius. Luego presentó su propio prototipo de un coche autónomo. Un proyecto, en el que viene trabajando desde hace cuatro años, podría salir al mercado en los próximos cinco. Aunque no serán ellos quienes lo comercialicen, sino que, inicialmente Google pretende asociarse con los fabricantes tradicionales para que los produzcan ellos.
La gran novedad que aporta el modelo de Google es que prescinde del volante. En su lugar, el coche funciona con sensores y además, está conectado con Google Maps. Innovaciones que convierten al conductor en pasajero. Manejarlo es tan sencillo como pulsar el botón de encendido, escribir el nombre del destino y, al llegar, pulsar el de apagado. Su velocidad máxima, por el momento, es de 40 kilómetros por hora.
El comienzo de Apple en el ámbito del motor fue la creación de software para vehículos. Varios fabricantes tradicionales de coches ya anunciaron que incluirán Car Play. Gracias a ello, los conductores podrán acceder a servicios de la compañía tecnológica como iTunes, mapas o el asistente Siri.
El proyecto actual de Apple es Titán. Probable heredero de la idea de diseñar un iCar, de Steve Jobs, se trata de un vehículo eléctrico. No será algo inmediato, sin embargo, la apuesta por el icoche es potente: desde hace un año cuentan con un equipo de 1.000 ingenieros trabajando en el vehículo del futuro. Muchos de ellos, procedentes de compañías automovilísticas.
La lucha entre grandes compañías por diseñar el coche perfecto no es ninguna novedad. De hecho, es posible que esta entrada al sector de la automoción de los gigantes tecnológicos haya influido en fabricantes como Audi, BMW o Daimler. Que ya han presentado pruebas de vehículos capaces de recorrer largas distancias en modo automático.