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Los fabricantes de automóviles ya no se resisten al cambio automático y ofrecen esta variable en casi todos sus nuevos modelos porque saben que son muchas las ventajas que percibe el conductor con este tipo de sistema. En los híbridos, por ejemplo, la automatización ya forma parte de su filosofía de vida pero, si se puede escoger, ¿cuáles serían las principales razones para decantarse por la transmisión automática en lugar de la manual?

Resulta evidente, en primer lugar, que al reducirse el esfuerzo del conductor, la caja automática proporciona una mayor comodidad  y confort, especialmente si nos referimos a entornos urbanos, donde el vehículo no se calará y donde, por ejemplo, permanecerá sujeto en las pendientes pronunciadas. El hecho de no tener que estar pisando el embrague continuamente proporciona un mayor descanso al conductor, algo que sin duda es un aspecto más que positivo, y evita el desgaste prematuro de este elemento y su consecuente reparación.

El automático es un sistema sencillo de manejar, fácil para cualquier persona, y, según los expertos, es más seguro al no ser necesaria la sincronización entre el movimiento de pisar el embrague y meter la marcha. Es decir, se podría decir que el factor humano no interviene en la maniobra de forma tan determinante y en el caso de una elevada aceleración –como un adelantamiento- resulta más eficaz.

Ante la ausencia del embrague, los automáticos incluyen, habitualmente, lo que se denomina convertidor de par (un elemento que une el motor y la transmisión) y que según los profesiones resulta más suave que un embrague. En cualquier caso, existen distintas variedades dentro de los automáticos (cambio robotizado, convertidor de par, CVT –transmisión variable continua- y doble embrague) que a veces son difíciles de diferenciar entre sí.

Aunque el coste de un vehículo automático es, de entrada, algo más elevado, los profesionales del sector explican que el mantenimiento del mismo puede ser, incluso, más asequible que las transmisiones manuales. Asimismo, la revisión de la electrónica de un automático evita ciertas averías mecánicas que sin embargo sí pueden aparecer si se escoge mal la marcha o si se introduce de forma inadecuada.

En contrapunto de todo esto, y frente a estas ventajas, es cierto que el automático deja en un segundo plano esa conducción más intuitiva en la que el conductor controla cada movimiento y aporta su estilo propio. Pero éste es sólo un pequeño inconveniente. Confirmado: las ventajas del cambio automático brillan sobre el tradicional cambio manual.