Oír el estruendo de una granizada en el interior del coche provoca frustración e impotencia en cualquier conductor. Los daños de este meteoro pueden ser considerables y, sobre todo, antiestéticos. El peso y las dimensiones de los granizos alcanzan los de una canica o, incluso, los de una pelota de tenis. Pero una vez producido el daño, existen algunas soluciones para las abolladuras. Veamos qué podemos hacer.
Si los desperfectos son importantes y creemos que no poder arreglarlos por nuestra cuenta, lo más razonable es acudir al chapista. Este servicio nos costará más o menos, en función de la superficie a reparar, así como del tamaño y profundidad de las abolladuras. Las máquinas que emplean estos profesionales logran devolver la chapa a su posición original, aunque el daño posea un diámetro minúsculo. Tras este proceso, se aplica una especie de masilla, que se encarga de disimular las marcas.
Muchos conductores recurren a métodos caseros para reparar los golpes provocados por el granizo. Este tipo de acciones son usuales cuando las abolladuras son contadas y no compensa recurrir a los profesionales. Eso sí, jamás el resultado final podrá equipararse con el acabado que ofrece un chapista. El consejo cae por su propio peso: no debemos montárnoslo por nuestra cuenta, cuando la superficie dañada es importante y existen cuantiosos desperfectos.
El arreglo doméstico de una abolladura requiere de una varilla o pinza con punta redondeada. Con ésta debe aplicarse fuerza constante sobre la parte posterior del golpe, con el fin de ir moldeando suavemente la chapa, para devolverla al estado original.
Si los daños producidos por una granizada son leves, algunos usuarios recomiendan dejar el coche en lugares soleados durante unos días. Después y valiéndose de un secador de pelo, se aplica aire caliente a cada una de las abolladuras, hasta que desaparecen definitivamente. Obviamente, este truco de andar por casa no siempre obtiene los resultados deseados.
Existen en el mercado aparatos y kits para la reparación de todo tipo de abolladuras, que emplean ventosas y extractores, para devolver la chapa a su posición original.
Otra excelente alternativa es la que ofrecen los varilleros, que utilizan técnicas de desabollado en casos en los que no se precisa repintar y cuando no existen pliegues, arrugas o estiramientos considerables. Estos profesionales emplean varillas de acero especiales, para ejercer presión y un efecto palanca, que empuja desde el interior y evita daños colaterales en pintura y chapa del vehículo.
Hay varios tipos de soluciones, por tanto, para reparar esas antiestéticas abolladuras que dejan las granizadas. Podemos recurrir a cualquiera de ellas, siempre que se garantice un resultado exitoso. Y en último término, siempre podemos recurrir a nuestro chapista de guardia.