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En los tiempos que corren todo el mundo intenta ahorrar lo máximo posible. Muchos se han visto obligados a dejar atrás las principales marcas y sustituirlas por otras más asequibles en aras de poder llegar a final de mes con un mayor presupuesto. Pero, ¿se puede hacer lo mismo cuando se trata de nuestra propia seguridad?

Esto es lo que ocurre cuando un buen número de conductores opta por colocar en sus coches neumáticos de segunda mano. ¿Más baratos? Claro, pero suponen un peligro real y latente. Posiblemente muchos no son conscientes del riesgo que corren usando en sus vehículos ruedas en mal estado.

Los neumáticos de segunda mano presentan como características principales una mayor distancia de frenado, incrementan las posibilidades de sufrir aquaplaning, empeoran la resistencia de las ruedas y su rendimiento general. En la mayoría de los casos nos encontramos con ruedas que no cumplen los requisitos mínimos de seguridad, debido en parte al mal almacenamiento de las mismas entre otros aspectos.

Hay incluso casos de conductores que adquieren neumáticos de segunda mano sin percatarse siquiera de ello. En realidad a simple vista no se aprecian grandes diferencias con respecto a los nuevos, ya que los principales problemas son internos. Además, el funcionamiento de unas ruedas no es el mismo en un coche que en otro.

A pesar de que un neumático de segunda mano aun puede durar miles de kilómetros, lo cierto es que la seguridad que te ofrece no es igual ni mucho menos que la de uno nuevo. Si bien el dibujo exterior puede estar perfecto, en el interior no es extraño que aparezcan grietas, defectos estructurales, bollos y otros tipos de desgastes.

El uso de los neumáticos usados está mucho más extendido entre los coches más antiguos. Cuanto más viejo es parece que nos apetece menos gastar dinero en neumáticos nuevos. De esta manera estamos multiplicando el peligro, ya que al riesgo de la edad del propio coche, le añadimos la inseguridad de unas ruedas usadas.

Un neumático de segunda mano produce inseguridad al volante e incertidumbre. Pueden tener defectos ocultos, a pesar de que la apariencia externa indique lo contrario, y para colmo tienen una menor vida útil: posiblemente a la larga nos sale más caro comprar este tipo de neumáticos que si nos hacemos con un juego nuevo.

Hay estudios estadísticos que aseguran que tres de cada cuatro accidentes pueden deberse al mal estado de los neumáticos. Un claro indicio, por tanto, de que a la hora de adquirir nuestras ruedas debemos velar más por nuestra seguridad que por el ahorro.