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Hasta el mejor de los coches puede estropearse por su uso. Conscientes de ello y de que vale más prevenir que curar, a continuación les mostramos las averías más comunes que puede llegar a sufrir su coche. Los datos derivan del informe elaborado por Dekra, una firma alemana dedicada a realizar inspecciones técnicas de vehículos que cada año revisa unos 15 millones de turismos.

1. Fallos relacionados con el Airbag. Suelen durar unos 10 años, aunque el testigo correspondiente puede iluminarse por diversos motivos como, por ejemplo, cuando alguna de sus piezas está dañada.
2. La barra estabilizadora de la suspensión está deteriorada. En primer lugar, puede dañar los cojinetes e incluso llegar a afectar al comportamiento del vehículo al tomar las curvas.
3. Bombillas que se funden. En ocasiones una sobretensión en el sistema eléctrico puede provocarlo, otra causa puede ser la suciedad que se acumula en la bombilla cuando el faro no está completamente estanco.
4. Deterioro en los brazos de suspensión. Intervienen en el ajuste entre la suspensión y las ruedas. En mal estado, pueden provocar que una rueda se suelte durante la marcha.
5. El catalizador está saturado. Conviene revisarlo antes de que deje de filtrar correctamente los gases del motor, así evitaremos que el coche emita gases contaminantes.
6. Testigo de fallo encendido por error en la centralita electrónica del motor. Es un fallo electrónico común que frecuentemente se debe a un error de comunicación entre sus sensores.
7. Cojinetes desgastados. Su fallo puede deberse a un deterioro previo de la barra estabilizadora o en los brazos de suspensión.
8. Desgaste, corrosión u óxido en la carrocería. Un rasguño en la chapa puede ser la entrada perfecta para que el óxido acceda a su vehículo. Afecta mayoritariamente a los bajos del coche.
9. Corrosión en alguna parte del sistema de frenado. Cuando el óxido afecta a los frenos es mucho más peligroso, pero tiene el mismo arreglo. En ocasiones se puede lijar la pieza concreta y en otras es imprescindible sustituirla.
10. Desgaste de los discos de freno. En primer lugar, se gastan con el uso corriente del vehículo. También pueden deformarse por diversos motivos, en estos casos es preciso cambiarlos pues alterarían el normal funcionamiento del coche.
11. Fallos en el sistema electrónico en general. Puede deberse a un error en cualquiera de las partes del sistema. Es muy habitual que tan sólo se deba a un desperfecto en uno de los sensores.
12. Desajuste en los faros. Provocarlo es tan fácil como aparcar al toque. Una desvío en los faros delanteros puede causar deslumbramiento a quien se cruce contigo en la carretera y no conducirás con la visibilidad adecuada por la noche.
13.  El filtro de partículas guarda residuos sólidos. Este problema es más común en vehículos diesel. Cuando está saturado incrementa las emisiones de CO2 a la atmósfera.